¿CUÁL ES TU DON?
Hace poco más de un año, por invitación de mi cuñado Pedro Luis Díaz, tuve la maravillosa oportunidad de asistir por primera vez a una iglesia cristiana. Y asistí por simple curiosidad, pues él, quien cuenta con una cualidad muy especial que a mí particularmente me falta, y que quisiera tener en abundancia: la locuacidad, siempre hablaba bellezas de esa congregación. Me llamaba mucho la atención la manera de expresar su aprendizaje Bíblico, enseñanzas recibidas durante más de 30 años de estar asistiendo, pero sobre todo, dos aspectos al que siempre Pedro hacía referencia, despertaron aún más el interés en mí.
Como católica, poca información tenía sobre los dones que al Espíritu Santo `el de arriba´, le ha encomendado nos otorgue a nosotros los creyentes aquí en este mundo. Esto quiere decir, que dependiendo de cada persona, sus habilidades, artes, oficios o profesión, estamos dotados de un talento especial e innato para desarrollarlo terrenalmente. Pedro, mi cuñado, dice –y me consta- que él tiene el don de la visión para los negocios, porque puede vislumbrar oportunidades donde nadie más las ve.
Pero además de querer saber cuál era mi don, me llamó poderosamente la atención que algunos miembros de esta iglesia, tienen el poder de la profecía, palabra que según la enciclopedia libre Wikipedia, significa “don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras”. Así que ellos aseguran, que invocando al Espíritu Santo, pueden profetizar ciertos aspectos de tu vida que sólo Dios sabe y conoce.
Llevada por esas dos curiosidades asistí por primera vez un domingo cualquiera de enero de 2012. Ni corta ni perezosa, al término de la reunión tal y como nos anunciaron a los nuevos, no me fui, sino que esperé sentada, silenciosa y ansiosa, a que alguien me llegara por la espalda, colocara sus manos sobre mi cabeza hiciera una oración y comenzara a vaticinar mis días venideros.
Pasaron pocos segundos para que una mujer con voz tenua y apacible, se me acercara y luego de una oración casi silenciosa, susurrándome al oído y como si fuera mi confesora y confidente de siempre, me hablara de los aspectos más personales de mi vida. No lo puedo negar, quedé estupefacta, pues alguien a quien no conocía ni nunca antes había visto, me predijo lo que quería saber y escuchar. “No fue ella quien te habló, fue Dios a través del Espíritu Santo”, me aclaró mi cuñado luego de relatarle lo sucedido.
Un año después, muchas cosas de ese primer vaticinio, se han cumplido; y aunque luego de asistir en tres ocasiones más, no volví a la congregación cristiana, ahora puedo dar testimonio de que realmente a los seres humanos un Ser Supremo nos confirió esos dones para el bien de nuestros semejantes.
¿Cuál es mi don?
En esa reflexión personal y muy íntima acerca de cuál es el don que tengo para compartir con el resto de la humanidad, he estado desde hace un año luego del primer acercamiento con la profecía. Pensando y pensando, analizando mis cualidades, defectos y habilidades, comencé a pedirle al Espíritu Santo, me diera una señita, y me la mandó en forma de blog. Puede sonar extraño, pero las cosas del Señor, llegan en el momento menos esperado, en forma de cualquier cosa y en medio de circunstancias propicias o adversas.
Resulta que hace 15 años me gradué como Comunicadora Social Periodista, y pese a que en mi experiencia profesional cuentan trabajos desarrollados en diferentes áreas laborales, definitivamente ha sido en la redacción periodística en la que más he ocupado mi tiempo, me he destacado y he consolidado mi carrera.
Hace dos años, cuando traje a este mundo a mi cuarta hija, llamada Geraldine, decidí hacer un alto en el camino, ponerle alto indefinido a mi vida laboral, dedicarme 200% a ella y a Angeileen, mi otra bebé quien en ese entonces apenas contaba con 18 meses de edad. Entonces, me alejé de los medios de comunicación, del computador, de los periódicos y me llené consciente y premeditadamente, de pereza mental para escribir, redactar o leer. Me sentí liberada de cierta carga o estrés físico y mental, que genera vivir 24 horas en torno al ajetreo mediático.
No obstante, en los últimos meses comenzó a picarme otra vez el bichito de la lectura; desde entonces, he sido muy selectiva con lo que leo. Confieso, que apenas estoy desterrando esa flojera que me acaparó, así que por el momento, mi atención sólo se centra en noticias, temas actuales, y algunos artículos analíticos. Últimamente también le he sacado gusto a la lectura de algunos blog escritos libremente por personas del común que quieren contar u opinar sobre algo. Y me gustan los que con un lenguaje ameno y sencillo, presentan historias, anécdotas o relatos.
Fue en diciembre cuando me detuve en uno de los tantos blog que publica el periódico digital de El Heraldo de Barranquilla, llamado 'Anécdota Caribe'. Me sedujo tanto que volvió a despertar en mí el escritor dormido. En ese momento, supe que por mas que quiera dejarlo, por mas que quiera cambiar de profesión, por mas que no quiera trabajar redactando noticias o cualquier otro género informativo, mi don está relacionado con poder escribir. Porque pase lo que pase y sin importar en que circunstancia de la vida me encuentre, siempre sigo escribiendo. La única diferencia es que ahora, mientras redacto estas líneas, lo hago sin presiones de tiempo, sueldo o inmediatez. Simplemente porque quiero, puedo, y me da la gana.
...PUNTO APARTE
Buscando un nombre para mi blog
no fueron muchas las vueltas que tuve que dar. Desde que me propuse escribir
sobre ciertos temas que son de mi interés personal, y a medida que mis
dos inquietas niñas de 2 y 4 años respectivamente me dejaban
estar concentrada, pensaba acerca
del título que resumiera mi sentir, mi don y algo muy personal.
Pero no sólo vocación, tiempo
y disposición es lo que necesito para que fluyan las palabras indicadas, sin
duda en la mayoría de momentos requiero de iluminación divina, ese ingrediente
mágico que puede llegarme a proporcionar
la inspiración del Espíritu Santo.
Y precisamente fue ese
Espíritu Santo el que inspiró el título de este blog: “Padre, Hijo, Amén”, porque lo pensé para reflexionar a nombre propio sobre ciertos temas de la vida cotidiana. Y que me perdone la Santísima
Trinidad, si dejo por fuera a su Espíritu Santo, pero estoy segura de que fue Él
mismo, quien motivó este título para hacerle un homenaje a mi hija de 4 años.
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