Le perdí el hilo a la TV nacional
¿Será que a los libretistas colombianos se les agotó la imaginación?
¿Será que están sufriendo de pereza mental para crear
historias cargadas de otros ingredientes distintos a los que nos vienen entregando hasta saturarnos en los últimos 10 años?”.
Desde hace
algún tiempo me volví apática a perder mi valioso tiempo sentada durante horas
frente a un televisor para ver la decadente televisión nacional que nos ofrecen
los canales nacionales, especialmente Caracol y RCN en sus horarios familiar y
Triple A, que es la franja que por lo general tenemos disponible para
dedicarnos con tranquilidad y sin afugias al ocio o al entretenimiento.
Pero, ¿qué
nos están ofreciendo esos canales en el horario comprendido entre las 8:00
p.m. después del noticiero y las 10:00 p.m., hora promedio en que quienes
trabajamos fuera de casa nos vamos a dormir? Creo que, y con todo el respeto
que se merecen quienes están en desacuerdo, programación basura.
Pasando y
pasando canales, recientemente me encontré con un documental que transmitía
precisamente Caracol, con testimonios de críticos de televisión, realizadores,
actores y directores, quienes daban fe que a lo largo de los 60 años de
historia de la ‘pantalla chica’ en Colombia, los programas más exitosos, los
más vistos y con más audiencia de todos los tiempos han sido los que llevan
altas dosis de humor.
Es decir,
que los que más venden por encima de saturados temas cliché en los que se han enfrascado
algunos libretistas como el narcotráfico, la prostitución, la guerra, la
infidelidad, etc., son los que nos hacen reír o en los que en su contenido
reflejan la cotidianidad del colombiano.
En este
apartado se incluyen también los musicales, programas de concursos y uno que
otro reality, excluyendo ‘Protagonistas de telenovela’ (en el que solo escogen
bonitas, voluptuosas y musculosos) o Yo me llamo (en el que tenemos que soportar
las arrogancias de Amparo Grisales y sus discusiones constantes con Jairo
Martínez).
Asimismo,
hacían un recuento por esas inolvidables series y telenovelas que nos hicieron
morir de la risa por sus ocurrencias; pasando por Gallito Ramírez, Romeo y Buseta,
Los Chinches, Dejémonos de Vainas, Yo soy Betty la Fea, Pedro el Escamoso, Los
Reyes, La costeña y el cachaco, Sábados Felices, Hasta que la plata nos separe,
Los Umaña, El man es Germán, Francisco el matemático, y hasta Padres e Hijos (en sus
primeros años).
Entonces,
si los mismos canales son conscientes de que el humor es lo que vende, ¿por qué
se han enfrascado en `invadir´ nuestros hogares en el horario triple A con
narconovelas como ‘Sin tetas no hay paraíso’, ‘El Capo’ (I,II,III) ‘El
Mariachi’, ‘Pablo Escobar el patrón del mal’, El Cartel, Las muñecas de la
mafia, La viuda de la mafia, ‘Rosario Tijeras’ y no pare de contar, porque la
lista es larga.
Esto me
hace pensar: ¿Será que a los libretistas colombianos se les agotó la imaginación? ¿Será
que están sufriendo de pereza mental para crear historias cargadas de otros
ingredientes?
Quizá
estas temáticas sean de gran auge en el extranjero, pero considero que los
colombianos estamos cansados de que nos hagan recordar ese pasado turbio de
violencia y narcotráfico que vivimos, el cual nos ha dejado secuelas y estigmatización.
Como si
fuera poco, considero que RCN TV ha caído bajo al transmitir enlatados brasileños
que parecen historias sin fin.
Esta
semana comenzó la emisión de La Voz Kids, que traerá nuevos aires a la franja
prime time. Por lo menos así ha quedado demostrado con pocos capítulos al aire
en el que niños y niñas del común nos hacen emocionar, reír y hasta llorar con
sus talentos y ocurrencias.
Por lo
menos, La Voz Kids es un programa que se podrá ver en familia acompañado de
nuestros hijos. Caracol se anotó un acierto con este programa infantil que
refrescará la aburrida y monótona programación.
Cuando La
Voz Kids termine yo seguiré pegada al televisor: no para ver los canales
nacionales que no llenan mis expectativas como televidente, sino al lado de mis
hijas pequeñas viendo Phineas y Ferb, La princesita Sofía, Jorge el Curioso o
los Padrinos Mágicos, programas más educativos y entretenidos que por lo menos
me hacen pasar un divertido rato en familia.